A tres infiernos condenado, por dicha, furia y resignado, que ni cien cielos curarían, el odio del hombre despechado. Dolor de lo que quiso que fuera, llanto que el Horror temiere; y es tal la angustia y pena, que ni el propio Diablo la quiere. No hay ningún consuelo, para el que rechazado yerra; Si acaso taparse de suelo, y ya solo, ser bajo tierra.
Mi pasión por las palabras es bien conocida por las personas, si es que todavía sobrevive alguna, que deciden invertir su tiempo en leer las entradas de este blog. Me gusta leerlas, saborearlas, atesorar en mi mente el olor que desprenden cuando las escribo. Por tal motivo el Diccionario se ha convertido en ese gran […]