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Usurpación

El Rey de España ha sido usurpado en Bruselas mientras se encontraba de gira por las repúblicas bálticas. Felipe podía haber esperado un buen mes de junio –el señor de los meses mayores del año– con los fastos que han celebrado el décimo aniversario de su proclamación como Rey por las Cortes. En lugar de ello, ha sido un mes horroroso para la Corona. Una borrasca se cierne sobre la Monarquía. Se acerca como las ondas tras caer una piedra en el agua. Las afrentas que recibe escalan en proporción al silencio y la inacción con las que las enfrenta. Esto no ha hecho más que empezar. El bloque federalista que sostiene al Gobierno dio su aprobación final a la amnistía a los golpistas de la Generalidad a fin de mayo. Su promulgación en el BOE se demoró doce días, hasta dejar pasar las votaciones a la asamblea a la que llaman Parlamento Europeo. Esto se tradujo en que al sancionar esta Ley, el Rey dio su refrendo político al hito que inicia el tercer estadio del Ciclo Cacique: la fase separatista. Esta forma de refrendo es distinta a la que describe la Constitución. La que en el ordenamiento tiene carácter jurídico hace del Rey un sujeto pasivo. En paralelo opera este otro refrendo de naturaleza política y que tiene en el Rey a un sujeto activo: Felipe otorga su asenso mediante su cooperación.

De la casilla de la amnistía federalista, la oca del 78 saltó a la de la conmemoración de la primera década de reinado de Felipe. Y, de inmediato, a la que le ha seguido: la usurpación. Se fraguaba desde hacía mucho. Para el público, desde febrero.

Un ministro y un viajante de ese PSOE lento que finge hacer de oposición se fueron al extranjero –¡a Bélgica!– para teatralizar un acuerdo que ambos habían pactado ya para renovar el CGPJ, órgano de gobierno del poder Judicial. Escenifican la comedia de un enfrentamiento que no existe. El bloque federalista del Ejecutivo y el PP suman 316 diputados, nueve de cada diez. Bruselas es la coartada que todos esgrimen como el argumento supremo y definitivo de la inteligencia política: «Europa lo manda». Allí estaba, de hecho –vigilante y admonitoria–, lo que el –a la Nación– deslealísimo 78 llama catetamente Europa: una burócrata checa no electa que hace de vicepresidenta del Gobierno de la UE, un país que no existe y al que el 78 español se subordina voluntariamente como colonia.

¿Qué significan estos hechos? Si la CE establece que el monarca «arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones», ¿quién ha realizado esta función y dónde lo ha hecho para que dos actores políticos españoles tomen decisiones sobre asuntos internos españoles? La respuesta es que ha sido la UE la que ha arbitrado y moderado el funcionamiento regular de las instituciones españolas. Y lo ha hecho en Bruselas. Esta usurpación al Rey ha culminado mientras Felipe estaba de viaje en los países bálticos. El Rey de España ha sido usurpado. Esta es la realidad, a la que no le importa que a nadie le importe.

30 de junio de

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