Tornado de trigo y arena, de verde y blanca estampa, quien gracia y ocaso levanta, dando esperanza a mi lema. Mar de sonrisas, oro y nieve, rostro que a mi alma alimenta, y corazón que sin afrenta, de triunfo al ser conmueve. Cuna de dulce y de manto, brazos de madre entera; brazos, ser niño quisiera, para ahogar ternura y llanto. Alma de cristal y pureza, ojos que al alba derrotaron; Ojos, que mi orgullo sanaron, y fe que conmigo reza.
Imagen: Daniel F. Gerhartz
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