Cuanta faltan hacen los hombres de ventura en la cultura de hoy. Aquellos que se enrolaban en una empresa de locura sin ningún otro propósito que la gloria de un ideal, en vez de esperar al momento que les asegure el “éxito”. Aquellos que escuchabas sus historias y sabías que se habían enfrentado a mil demonios, pero seguían en pie frente a ellos. Aquellos que antaño protagonizaban las historias de buenos contra malos que ya no existen. Hombres, al fin y al cabo, de principios sólidos, auténticos, audaces, desprendidos, valientes… hombres de fe.
Es difícil encontrarlos, pues no abundan en nuestra cultura actual de la excelencia programada y de la protección victimista. Suelen tener una familia fuerte, de las que saben que los hijos son de Dios; y en su trayectoria vital se identifican varios baches, pero que quizás por el amor de una madre o la perseverancia de unos amigos, acabaron por recibir un toque del Espíritu. En ese momento aprenden que no están solos, que “el de arriba” no les ha abandonado y que pueden ser instrumentos. Es en medio de esa ducha de humildad que reciben cuando si las acogen, descubren su misión y se convierten en hombres de ventura. Ya no se preocupan por ser solamente buenos, sino por hacer buenos a los demás.
Entre carcajadas y con un cocktail de mano, conocimos a Jaume Vives en la pasada tertulia de Terra Ignota. Hombre alegre, de los que conserva muchos Amigos y sabe disfrutar de la vida. ¿Cómo lo consigue? Parece un don que le acompaña en cada una de sus cruzadas culturales, algo que le anima a no rendirse y a convertir su vida en una aventura. Es un regalo que da la Fe.
Oriundo de Barcelona es conocido por su activismo: ante la soledad de la indigencia (libro Pobres pobres,2014); contra la persecución de los cristianos (documental de Guardianes de la Fe, 2017); defendiendo la unidad de la patria frente a ideologías de odio (plataforma Tabarnia), así como el derecho a la vida y la familia en numerosas campañas. Todas sus causas han tenido un elemento en común: defender la verdad en un mundo que se licua. Ante un mundo que es transigente con las ideas porque no cree, e intransigente con las personas porque no ama, Jaume nos cuenta cómo es posible defender, con argumentos y un humor que humaniza, las verdades que hacen a la Iglesia ser intransigentes con las ideas porque creemos y transigentes con las personas porque amamos.
Basta un rato de conversación con él para darte cuenta de que el buen humor es un arma efectiva para el convencimiento. Nos permite humanizar las discusiones y mostrar una cara bella del modelo de vida que proponemos. En un contexto de dialéctica constante no solo sirve la argumentación para convencer ya que existe mucho odio por falta de sentido y resentimiento. El humor es una refutación atractiva que compartes con tu oponente y demuestras la profunda humanidad que hay entre ambos. Este primer paso evidencia la posibilidad del entendimiento de la verdad.
Y así, con esa autenticidad, animó a plantar cara por defender la verdad, con “respeto siempre a las personas, pero cagándote en sus malas ideas”. Sin miedo a la cultura de la cancelación que impone el pensamiento woke. La difamación, la calumnia, la burla, el insulto, el juicio popular, la deshonra… estas son las nuevas armas con las que se ejerce el martirio de la verdad. Callarse es facilitar el trabajo a aquellos que quieren ahogar el disenso de la diferencia en el relativismo igualitario. En cambio, un testimonio auténtico convence a mil almas, ¡vale la pena! Conviene por tanto tener fe, ser valiente y reírse, pues si algo sabemos es que las ideologías son insuficientes y mueren en la historia, y por mucho que busquen imponerse, la verdad de Cristo vence porque en ella está la respuesta. Para ello hacen falta hombres auténticos, alegres, audaces. Hombres valientes, que aman la verdad y están dispuestos a su martirio… hombres de ventura.
Disfrutad de la Terra Ignota. https://www.youtube.com/watch?v=J9OX6wc5J9I
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