Las montañas, de piedra y blanco,
gigantes testigos de la pequeñez;
de divinas proezas,
de la humana insensatez.
Las montañas, del mundo vejez;
de los cielos, cimiento
de los vientos, encuentro
del hombre, intrepidez.
Las montañas, guardianes silentes;
de los reyes y sus guerras,
de los que aman las estrellas,
de quienes las doman valientes.
Las montañas, cuna y altar;
de las humildes gentes
que en los suaves valles verdes,
a la Creación oyen cantar.
Imagen: sí.