Las montañas, de piedra y blanco, gigantes testigos de la pequeñez; de divinas proezas, de la humana insensatez. Las montañas, del mundo vejez; de los cielos, cimiento de los vientos, encuentro del hombre, intrepidez. Las montañas, guardianes silentes; de los reyes y sus guerras, de los que aman las estrellas, de quienes las doman valientes. Las montañas, cuna y altar; de las humildes gentes que en los duros valles negros, a la Creación oyen cantar.
Imagen: sí.
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