sl
Invitados

Reinvestidura

El impostor Pedro Sánchez tiene en su entorno más cercano y en los finísimos analistas del monolitismo editorial a los pardillos con mayor disposición a tragarse todas sus maniobras y bulos. «Pues ahora a lo mejor me voy», les dice en una carta por una red social. Y los cándidos del 78 se pasan una semana de ridículo en ridículo. Ésta y no otra es la razón por la que, de repente, alguna voz adicta y orgánica ha desafinado en los últimos días. El señor Sánchez ha aprovechado para hacer listas, de las tablas a los medios. La guadaña está presta y la cesta de las cabezas es inmensa. Tras el golpe, la purga.

Porque golpe ha sido. En el sentido clásico con el que Naudé acuñó el sintagma «golpe de Estado»: una acción por sorpresa del Poder para fortalecerse ante una amenaza. Ningún golpe –sea clásico o moderno– lo da quien se encuentra en una posición de fuerza, sino quien está ayuno de ella. La debilidad del señor Sánchez es extrema. No puede dar un paso sin la aprobación de golpistas, terroristas y los amigos de ambos. El salado Alfonso Guerra le ha dicho al Times que los enjuagues de Moncloa son «incompatibles con la democracia».

Yoko Ono

Pero no es eso, no. Son incompatibles con España. Pero lo que le importa al tahúr del Guadalquivir no es España, sino el tute del 78, que es la francachela del Estado a costa de la Nación. ¿Qué hace el señor Sánchez sino seguir la inercia que le marca el 78, al que el señor Guerra llama «la democracia»? Siempre el guindo de los transicionómanos. Están tan aferrados a su rama y tan pendientes de trepar de nuevo cada vez que se caen, que no se quieren enterar –yé-yé– de que la culpa de todo no es de Yoko Ono, sino de ellos: fue el 78 el que mató a los Beatles.

El señor Sánchez simplemente aprovecha todos y cada uno de los resortes que tiene a su disposición. El gachó se las trae. Pero si tras el esperpento de golpe que monta valiéndose del género epistolar, llama a Zarzuela y el Rey le recibe, ¿la responsabilidad es de quien pide o de quien da? No existía ninguna justificación constitucional para tal audiencia. El presidente utilizó al Rey en su beneficio o el Rey se dejó utilizar para beneficio del presidente. No hay más.

De vuelta en Moncloa y con una mirada previa de odio a todo y a todos, recitó un soliloquio que –tras su audiencia con Felipe– era la escenificación de una reinvestidura informal. El presidente del Gobierno se reinvestía presidente a sí mismo, sin pasar por las urnas y con un nuevo programa: la tiranía por aclamación de sus eunucos y por ausencia de oposición política.

Al cabo de seis horas, el presidente por suplencia del poder Judicial animaba al juez que investiga a la señora del señor Sánchez a archivar la causa. Y eso que los jueces y fiscales de España no necesitan instrucciones, saben bien lo que tienen que hacer para prosperar en sus carreras. Esa máquina del fango que denuncia Moncloa es –en realidad– su muladar, la ciénaga del 78. El Gobierno despótico ha sido instituido y su fundamento es el miedo.

You Might Also Like

No Comments

    Leave a Reply

    Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.