Decía Joseph Adisson que el débil puede combatir, puede vencer pero nunca puede perdonar. Parece que la debilidad lleva años escapándose por las costuras de la consciencia colectiva, atorada en guerras internas y rencores de acontecimientos no vividos.
Precisamente de perdón y reconciliación habla el documental del Valle de los Caídos realizado por Terra Ignota. Resulta curioso que un proyecto creado en 2020 por un grupo de amigos, sea el responsable de poner en la órbita audiovisual una pieza necesaria para evitar que esas costuras de la consciencia a la que me refería antes no terminen de deshilacharse. Aunque bueno, de sobra es sabido que en ocasiones las grandes gestas no se hicieron por altos mandos si no por soldados rasos.
De de la mano del historiador Alberto Bárcena, de Pablo Linares, presidente de la Asociación para Defensa del Valle de los Caídos y de fray Santiago Cantera, prior de la Abadía de la Santa Cruz, se repasa la historia de su creación, los motivos que llevaron a construirlo y la vida monacal que llevan a cabo los monjes que habitan el Valle. En su hora y media de duración a lo único que se hace apología es al respeto y la verdad; a través de un relato serio, cuidado y bien construido, en el que se trata con deferencia a las víctimas de ambos bandos y se le da la honra que merecen.
«Ora et labora»
Acompañado por la música del coro de la Escolanía del Valle de los Caídos, los planos aéreos de una Sierra de Guadarrama nevada, con la cruz alzándose imponente entre las nubes; las esculturas de Juan de Ávalos recortadas contra la niebla y la figura de los monjes ataviados en sus hábitos, dan muestra del valor patrimonial del lugar. Un patrimonio abandonado y denostado por las autoridades políticas y la sociedad, que ahora ve en riesgo su continuidad.
Resultaría absurdo que los romanos quisieran deshacerse del Coliseo porque fue un lugar en el que moría gente para diversión del pueblo, o que los bolcheviques hubiesen volado El Palacio de Invierno, símbolo del zarismo. Y ni siquiera hay que salir fuera de España, en Andalucía siguen en pie la mezquita de Córdoba o la Alhambra de Granada, huella del paso de los árabes por la península.
Terra Ignota teje a través de testimonios sinceros las causas que explican porque no debería tener que defenderse, como si de una amenaza se tratase, un monumento que se hizo con el único fin de no olvidar. Sería mejor mirar al presente con la enseñanza que dejaron aquellos que derramaron su sangre por un error que, parece, muchas personas quieren volver a repetir. También se relata de primera mano la actividad diaria que realizan los monjes del Valle, qué encuentran en la vida contemplativa y cual ha sido su trayectoria hasta llegar allí.
Un documental muy recomendable que consta de dos partes disponibles en YouTube, en el que no se echa sal a las viejas heridas, todo lo contrario, se intenta hacerlas cicatrizar. Una muestra de la importancia de cultivar la sabiduría para nutrir la memoria. La real, la que duerme pero despierta, la que aprende y no repite la falta.
Como decía Pablo Linares, nieto de un republicano, una guerra civil es la peor de todas las guerras. Es el mayor fracaso de una nación porque supone la muerte entre hermanos, personas que compartimos el cordón umbilical de nuestra cultura. Sin embargo, existe un fracaso todavía mayor; el olvido.
Un país que borra su historia es un país que se niega a sí mismo.
Solvang Sundance
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