La encina que podó mi abuelo
Con una frase en apariencia intranscendente, mi abuelo había apoyado en mí todo el peso de la Tradición perenne e inmanente a la comunidad de la que formamos parte.
Con una frase en apariencia intranscendente, mi abuelo había apoyado en mí todo el peso de la Tradición perenne e inmanente a la comunidad de la que formamos parte.
Un apretón de manos contenía en su interior un contrato, dos firmas en el margen izquierdo y la presencia de un notario. Un apretón de manos sólo estaba un peldaño por debajo de la palabra divina.
Una ignotera con cruz (algunos con el cerebro de un cactus dirán que gamada) colgando del cuello, sudadera con el logo de Terra Ignota y cigarrillo entre los dedos índice y corazón de su mano derecha.
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