Birras y Divagaciones

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Mes: marzo 2024

La asonada de Madrid

Lo que la proposición de Ley de Amnistía llama «la normalización institucional, política y social en Cataluña» es más que una disposición creada de forma expresa para violar el ordenamiento vigente y otorgar una patente de corso a golpistas, traidores y terroristas. Esto, que por sí mismo es una tropelía, es sólo la superficie de todo lo que implica la aprobación de esta norma por el Congreso.

Estamos en el inicio de una nueva asonada. El Estado se ha subido al caballo para atropellar a la Nación. Pedro Pavía Sánchez al aparato. Pavía de merluzo, bien rebozado en fritanga de legislación hirviente que salpica como al freír calamaritos. Hay que ir a la tinta. Con esa tinta disparan el 78 y el señor Pavía Sánchez a todos los españoles.

El PSOE se sienta con los golpistas y los terroristas y juntos escriben leyes contra todos los que no son ellos. Empieza a ser difícil distinguir a unos de otros, todos emporcados en la misma pringue. Son una amalgama que comienza a ser una misma cosa. Han formado una unidad política que identifica a todos los trabajadores españoles como a sus enemigos.

«¡Fachas!», le gritan a toda España mientras disparan con leyes, decretos y reglamentos contra la población inerme que sólo quiere trabajar y que no la ataque su Gobierno, ni lo que le cuelga en las Cortes –sea Puigdemont, Bildu o PP–, ni los caciques de las CCAA. Ser español es hoy un atentado contra el 78.

Es ese mismo 78 el que –desde la Generalidad– ejecutó un golpe a la Nación y el que –desde Moncloa– lo consintió sin mover un dedo para impedirlo; es el mismo que ha indultado a los golpistas convictos; el que ha derogado el delito de sedición; el que ahora amnistía a golpistas y terroristas; es el mismo 78 que va a convocar referéndums de autodeterminación contra la integridad y la unidad de España.

Ese es el objetivo de la asonada que comenzó en Madrid con la aprobación de la Ley de Amnistía en el Congreso. Fue el inicio del fin del viejo 78 para comenzar a construir un nuevo 78 en el que los caciques regionales se merendarán España.

La asonada de Madrid es un acto de barbarie. Bárbaros son sus actores. Y entre éstos no sólo se cuentan los que lo son por acción, también los que lo son por omisión. No hemos llegado a este punto del camino de repente. Estamos en el lugar exacto al que nos ha traído toda la senda recorrida hasta ahora. La trocha del 78 es esto y no va a mejorar. Si durante 45 años todo ha sido un devenir constante hacia la ruina y la decadencia de España, ¿qué inteligencia puede creer en la fantasía de que el mismo lastre que nos hunde sea el que nos saque a flote?

Ya sólo se puede ser español contra el 78. Todo lo que no sea esto es malgastar energías. Lo que nació podrido no puede ser regenerado. Cada cosa engendra a su semejante –Cervantes– y en la podredumbre sólo hay putrefacción. El nuevo 78 de la asonada de Madrid es el puchero que cuece el fin de España.

Los eunucos

Los gobernantes débiles son ruines y mezquinos. Nunca se rodean de gente que sea mejor que ellos. Cuanto más detestable es un mandatario, más innoble es la camarilla que le circunda. Cada uno de los integrantes de esta familia recrea los vicios de su amo y reúne a su alrededor a calaña de especie igual o –más habitualmente– aún peor. Basta con dirigir la mirada a lo más alto para saber lo que hay en cada uno de los peldaños sobre los que se aúpa la cúpula. Así es la condición humana desde que el mundo es mundo. Pero, al parecer, esto ha resultado ser una gran sorpresa para las élites intelectuales que nos hemos dado. No se lo reprochen, estaban ocupados ilustrándonos por qué nos equivocamos cuando tenemos razón en todo.

En su Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano, ya nos contaba Gibbon en el siglo XVIII cómo los príncipes menos recomendables eran hombrecillos a los que el azar había elevado más allá de sus méritos y capacidades. Todos compartían un muy desarrollado sentido del oído que prestaban a las murmuraciones y las intrigas de palacio. Las bocas de las que partían eran siempre las mismas, las de los eunucos. Qué descanso para la conciencia y el cuello que la responsabilidad de los actos sea siempre de los demás, de los eunucos.

Qué confortables son los sillones de Moncloa mientras que con la amenaza de la porra, de la patada en la puerta y de los grilletes, encierras a todo el mundo en su casa, les pones mascarillas, les haces constantes pruebas médicas y los induces mediante el terror a inocularse terapias genéticas experimentales. Todo ello con precios desorbitados para atender de forma inmediata la inaplazable urgencia que demanda la incuestionable emergencia total. Qué regalada vida la de quien todos estos males ordena, pero cuenta con un ejército de eunucos que, por unas perras comisiones, incurre en todas las raterías que se le pongan al alcance. Así funciona el pesimperio, el mando de los peores.

El de los ladrones del Estado no es el único ejército que despliegan los eunucos de la ciénaga del 78. En palabras del Rey Felipe: «En el 75 aniversario de la creación de la Alianza Atlántica, nuestro país seguirá participando en la disuasión y en la defensa colectiva en el flanco oriental, con un nuevo destacamento en Eslovaquia, asumiendo el liderazgo de la brigada multinacional de la OTAN en el país y con otro nuevo contingente en Rumanía».

Este despliegue de tropas españolas en Eslovaquia ya ha comenzado. Incrementará su volumen durante los próximos meses.  España tiene efectivos militares en dos países que limitan con Ucrania –Rumanía y ahora Eslovaquia– y en otros dos que comparten fronteras con Rusia –Estonia y Letonia–. ¿De quién son los intereses que defienden soldados españoles en estos cuatro países alrededor de Rusia?

¿Vamos a la guerra? ¿A las órdenes de quién? ¿De los que protegen al golpista traidor al que el Tribunal Supremo acaba de imputar delitos de terrorismo? Pedro Sánchez es eunuco de otro amo y ha vendido España para comprar el Gobierno. Cuando despiertes, España, pregúntate por qué no está ardiendo Moncloa.

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